1 de enero de 2010

reposteria facil


Repostería fácil: elaborar magdalenas caseras
La pasta de este alimento dulce y tradicional es similar a la de otros bizcochos de aceite o de mantequilla
Las magdalenas son preparaciones de repostería habituales en la mayoría de las culturas. Su elaboración es sencilla. Se hornean pequeños bizcochos, en general en unos moldes de papel rizado que se adhieren a la masa y consiguen la forma característica de este postre. Otra opción es cocinarlos en moldes metálicos, de silicona o en forma de concha, ya que la pasta se adapta a diversos recipientes. Este alimento, dulce y tradicional, comparte características con otros bizcochos y se elabora con aceite o mantequilla, en función de la región.
Fecha de publicación: 11 de noviembre de 2009
Ingredientes

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Los ingredientes necesarias para elaborar magdalenas son tres: azúcar, mantequilla y harina. De cada uno de ellos se utiliza la misma proporción, 250 gramos por cada seis huevos. Así se elabora la masa, que se puede aromatizar con canela, vainilla e, incluso, con un chorrito de ron. Si se prefiere dar a las magdalenas un toque fresco, lo más apropiado es añadir ralladura de cáscara de limón o de lima.
La preparación varía según la región. En el centro y sur de la península, se opta por el aceite de oliva, en lugar de la mantequilla. De esta forma, se pierde el sabor característico de esta grasa, pero el alimento resulta más saludable (cambia la grasa animal por una vegetal) y más fácil de digerir.
Receta sencilla
Para elaborar este postre, hay que batir los huevos enteros y mezclar con el azúcar y el aroma que se haya elegido. El uso de una batidora eléctrica de varillas consigue que doble su volumen y adquiera un color amarillo muy pálido.
Si se usan recipientes metálicos, hay que engrasarlos antes con un pincel de cocina mojado en aceite
Con una espátula o un cucharón, se agrega la harina tamizada con movimientos envolventes. En este caso, si se mezcla con una varilla, el volumen se reducirá y es probable que más tarde, al hornearlas, las magdalenas no suban. Si se agregan a la masa trocitos de frutas o de chocolate, es conveniente añadir una pizca de levadura para que la masa suba.
Una vez realizada la mezcla, se añade la grasa. Si se opta por mantequilla, hay que fundirla antes en un cazo a fuego suave y dejarla enfriar. Cuando esté a temperatura ambiente, se añade con movimientos suaves a la masa anterior. Si se emplea aceite, es recomendable agregarlo despacio a la masa y utilizar uno suave, de oliva, de girasol o mezcla de estos dos.
Cuando la masa está en su punto, se llenan los moldes hasta 2/3 de su altura. Si se usan recipientes metálicos, hay que engrasarlos antes con un pincel de cocina mojado en un poco de aceite. Los moldes se colocan en una bandeja que se introduce en el horno, puesto a calentar unos diez minutos antes, y la masa se cocina durante unos 20 minutos a 180ºC.
VARIEDAD DE GUSTOS
Para conseguir magdalenas variadas y de ricos sabores se puede añadir a la masa fruta madura troceada o cobertura de chocolate
La forma característica de la magadalenas, a modo de pico de montaña, se consiguen si se mantiene la puerta del horno cerrada durante la cocción.
Además, para conseguir un sabor distinto, basta añadir a la pasta -antes del horneado- trozos de fruta madura, como manzana, pera o melocotón. Otras opciones son: zumo de naranja, pequeños trozos de cobertura de chocolate, nata o frutos secos (almendras, nueces).

vacaciones




Comer en vacaciones
La relajación de los horarios influye en los hábitos alimentarios, aunque hay que seguir una dieta saludable
Los horarios de sueño y de comidas cuando no se trabaja son, en la mayoría de los casos, diferentes a los del resto del año. Este cambio de costumbres durante las vacaciones incide de forma directa en la alimentación. No sólo las horas de las comidas suelen retrasarse, sino que muchas de ellas se realizan fuera del hogar. A pesar de ello, conviene recordar la importancia de mantener una dieta saludable.
Fecha de publicación: 18 de agosto de 2009

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Durante las vacaciones, los horarios no son tan estrictos como los que se mantienen el resto del año. A menudo se cambia de ambiente, de actividades y de ritmo, de manera que es fácil caer en la tentación de abandonar los hábitos de alimentación sanos que se han mantenido meses atrás. No obstante, conviene seguir unas pautas para que la relajación no pase factura al final del periodo de descanso.
Los primeros platos
El desayuno suele hacerse más tarde de lo habitual, por lo que conviene que no sea muy copioso
En vacaciones no es habitual madrugar, por lo que las horas que transcurren desde el desayuno hasta la comida son menos que en un día laborable y conviene que éste no sea muy copioso. Basta con tomar un café con leche, una fruta o un zumo y pan tostado, cereales o algún tipo de galleta. En cuanto a la comida, resultan muy apetecibles platos ligeros y refrescantes a base de sopas frías o cremas de hortalizas, entre las que se encuentran algunas tan populares como el vichyssoise.
Otra posibilidad es comer una ensalada variada, a la que se le puede añadir cualquier tipo de hortaliza, así como diferentes frutas o frutos secos. Incluso, se puede tomar como plato único si se incluyen alimentos como pasta o arroz y atún, huevo o pollo. Otro plato único muy típico en verano son las paellas, que pueden estar preparadas a base de carne, pescado, marisco y verduras. Además de resultar muy sabrosas y nutritivas, son un modo de que los más pequeños comiencen a tomar alimentos como el pescado o la verdura, "camuflados" en el arroz.
Segundos platos y postres
Los segundos platos se pueden cocinar a la plancha, al horno o a la brasa. Las salsas de los guisos y estofados hacen al plato más denso y calórico, por lo que resultan más apropiados para los meses de frío. Una guarnición de pimientos, verduras salteadas, champiñones o diferentes purés constituye un acompañamiento adecuado para estos alimentos y enriquece el plato desde el punto de vista nutricional y organoléptico.
Las frutas habituales en verano son un buen postre y tentempié. Además de su alto contenido en agua, aportan minerales, vitaminas y diferentes sustancias con acción antioxidante, así como cantidades interesantes de fibra. Un buen modo de aprovechar sus propiedades nutritivas consiste en tomarlas en macedonia. La mezcla de color, aroma y sabor hace que sea un postre muy apetecible ya que se pueden combinar diferentes frutas: fresas, sandía, melón, kiwi, plátano o cerezas.
Merienda y cena
La siesta es habitual en esta época de relax. Sin embargo, es conveniente que no dure más de 15 minutos y que no se haga justo después de haber comido. Podrían aparecer problemas digestivos.
Después de la siesta, a media tarde, es aconsejable tomar un tentempié compuesto por una pieza de fruta, un zumo, un yogur o un pequeño bocadillo. Para la cena, una ensalada con alimentos proteicos como taquitos de queso, tofu o huevo es una buena solución.
En verano las verduras no sólo sirven para elaborar ensaladas, sino que son un acompañamiento perfecto para cenas elaboradas con platos de huevo o seitán. Cocinadas a la plancha, salteadas o incluso crudas, constituyen una guarnición muy sabrosa y nutritiva que, además, aporta un toque de color al plato y lo hace mucho más apetecible.
CON MODERACIÓN

- Aunque el calor en verano puede llegar a ser asfixiante, sobre todo en determinadas zonas geográficas en las que el termómetro alcanza temperaturas muy elevadas, conviene no abusar de determinados productos como los helados y las bebidas alcohólicas.
Los primeros pueden ser un postre nutritivo compatible con una dieta equilibrada, aunque son muy calóricos y tienen mucho azúcar, por lo que no deben considerarse un aperitivo para tomar a cualquier hora del día. Una de las mejores formas para mantener una buena hidratación es beber agua en cantidades importantes, incluso aunque no se sienta sed.

Disfagia, dificultad para tragar alimentos
Una de las estrategias terapéuticas para tratar este trastorno de la deglución consiste en modificar la textura de los alimentos
Las personas mayores sanas sufren, con relativa frecuencia, una dificultad para tragar alimentos sólidos o líquidos denominada disfagia. Es una consecuencia del proceso de envejecimiento que afecta a la musculatura e inervación del esófago, la parte del tracto digestivo que permite el paso de los alimentos de la boca al estómago. Las características fisiológicas que se asocian a este proceso son muchas, aunque varían entre los individuos ya que los diferentes órganos y sistemas pueden envejecer a distinta velocidad. Dentro de la individualidad, sin embargo, los procesos y las secreciones digestivas suelen quedar afectadas de forma generalizada.
Fecha de publicación: 21 de septiembre de 2009
Identificar los síntomas a tiempo

- Los trastornos de la deglución se caracterizan por debilidad o incoordinación de los músculos de la boca y de la garganta, disminución de la sensación de ambas o déficits de los nervios motores y sensitivos que impiden masticar o deglutir tras una lesión neurológica. Los síntomas son babeo, retención de la comida en la boca, tos después de tragar, borboteo y una sensación de "nudo en la garganta". Cuando esta dificultad afecta al consumo de líquidos se compromete la hidratación de la persona. Esta circunstancia obliga a pensar en formas distintas de ingerir líquidos.
Adaptar la dieta
El tratamiento de la disfagia es fundamental. La evaluación y el correcto diagnóstico de este trastorno tienen como objetivo la consecución de una alimentación semejante a los patrones considerados normales. Si la modificación de la textura de los alimentos es correcta, se consigue prevenir a la vez la desnutrición, la deshidratación y las complicaciones respiratorias. Esta modificación se realiza a través de soluciones dietéticas tradicionales o mediante preparados de venta en farmacias.
Hay productos especiales que se añaden a los líquidos para obtener texturas más espesas
La disfagia ante líquidos obliga a prescindir de los alimentos con doble textura, como el caldo con fideos o tropezones, carne picada con caldo, fruta en conserva con jugo o copos de cereales con leche. Se han de seleccionar los alimentos que forman un bolo consistente dentro de la boca y no se deshacen en partes, como el plátano, el puré de patatas espeso, los flanes y otros productos sólidos.
Para tomar suficientes líquidos conviene optar por las gelatinas de diferentes sabores. La disminución de la producción de saliva y la sequedad bucal se compensa si se humedecen los alimentos con pequeñas cantidades de líquido (salsas, mayonesa o margarina). Se comercializan productos especiales espesantes para agregar a los alimentos líquidos y semisólidos, tanto en frío como en caliente.
Estos productos pueden tener diversos sabores o un gusto neutro y están diseñados con un estudiado aporte de todos los nutrientes necesarios, por lo que ayudan en la correcta nutrición del paciente. Las texturas más frecuentes son dos: normal, similar a las natillas (consistentes pero resbalosas), y espesa, con aspecto pastoso, como la consistencia de un flan o de un pudin.
CUIDAR LA POSICIÓN
Durante las comidas es muy importante que la persona se siente en una posición correcta para mantener un buen alineamiento del canal alimentario. La deglución se facilita con la flexión. Así se favorece el curso de la digestión y se evita el reflujo de la comida. En la mesa, hay que sentarse con las caderas flexionadas en un ángulo de 90 grados, la espalda recta y los pies apoyados en el suelo.
El paciente debería estar incorporado de 15 a 30 minutos, tanto antes como después de las comidas, para disminuir el riesgo de aspiración. Si se come en la cama, se aconseja elevar la cabecera y colocar almohadas detrás de la persona para conseguir la flexión de 90 grados de la cadera y el cuello.
COMPLICACIONES
La disfagia provoca complicaciones severas por aspiración, como la neumonía, una patología muy grave debido a su elevado riesgo de mortalidad. La dificultad para tragar y el miedo al atragantamiento favorecen que las personas coman poco o no coman las cantidades que precisan. Estas prácticas aumentan las posibilidades de desnutrición y suponen un empeoramiento general de la calidad de vida del paciente.

Alimentos y plantas para roncar menos
Aunque su efectividad no está demostrada por completo, algunos alimentos contribuyen a mejorar la capacidad respiratoria
Los ronquidos son un problema que afecta tanto a quien los sufre como al acompañante de cama. En la larga lista de productos y artilugios antironquidos, destacan las populares tiras nasales para abrir las vías respiratorias, las almohadas especiales que "animan" a cambiar de posición si se ronca demasiado, las aspiraciones de vapor o los sprays nasales y enjuagues con aceites esenciales que descongestionan las vías respiratorias y ayudan a roncar menos. Sin embargo, aunque se carece de evidencia científica, algunos alimentos y plantas han demostrado ser eficaces contra los ronquidos, ya que mejoran la circulación sanguínea y la capacidad respiratoria.
Autor: Por MAITE ZUDAIRE
Última actualización: 9 de diciembre de 2009
Primer paso: perder peso

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Los ronquidos se originan cuando el paladar blando y la úvula (conocida de forma popular como "campanilla") bloquean de manera parcial las vías respiratorias mientras se duerme. Las causas son tantas y tan variadas, que poner remedio sólo a una de ellas puede provocar frustración porque, aunque de forma temporal se deja de roncar o se ronca menos, con el tiempo el problema reaparece.
Los expertos aseguran que roncar no es una enfermedad, aunque la falta de tratamiento, si se acompaña de apnea obstructiva (la respiración cesa durante unos segundos), puede provocar serias enfermedades a largo plazo: aumento de riesgo cardiovascular (hipertensión, arritmias) y fuertes cefaleas, entre otras. Las causas más comunes responsables de los ronquidos son la congestión nasal por resfriados o alergias, el agrandamiento de las amígdalas, las deformaciones en la nariz, como el tabique desviado, y el consumo de alcohol.
El exceso de peso también contribuye a que se ronque más; al entrar el aire, la grasa acumulada en la zona del cuello vibra y genera ruido. En España, según la última encuesta nacional de salud (ENS 2006), un 37,8% de los adultos sufre sobrepeso y un 15,6% tiene problemas de obesidad, porcentajes similares a los registrados en la etapa infantil y juvenil (30% de sobrepeso y 13,9% de obesidad).
Muchas personas tienen más peso del considerado saludable para su edad y condición de salud. De la misma manera, son muchas quienes roncan: la mitad de los varones y una cuarta parte de las mujeres. Para la mayoría, el problema de los ronquidos (e incluso el de la apnea) se puede resolver si bajan de peso. El valor añadido de no roncar es que el cuerpo descansa más y ello repercute en una mejor salud y calidad de vida durante el día.
Comer bien para un buen descanso
El acervo popular considera que lácteos, alimentos fritos y chocolate son alimentos que no conviene tomar para cenar porque empeoran la digestión y acentúan los ronquidos. Pero no hay evidencia científica que asocie el consumo de alimentos concretos a un empeoramiento de los ronquidos, pese a que después de una comida copiosa se duerme peor y se ronca más, incluso quienes no acostumbran a hacerlo.
La posibilidad de obtener beneficios mediante el uso de plantas ha dado pie a la invención de distintos remedios sin eficacia demostrada
Las personas afectadas -tanto quien ronca como su acompañante-, tendrán que evaluar si notan mejoría o empeoramiento según el tipo de cena. Aligerar esta comida para mejorar la digestión puede ayudar a atenuar los ronquidos. El tipo, la cantidad de alimentos escogidos para cenar y la forma de cocinarlos afectan a la digestión y a la capacidad de conciliar el sueño.
Conviene ser comedido con las cantidades, con el fin de no saturar el estómago y alargar la digestión, y es preferible cocinar con poca grasa, de manera sencilla (al vapor, hervido, plancha, horno, etc.), prescindir de frituras, no abusar de los condimentos fuertes y picantes y evitar el café. El efecto del alcohol se ha estudiado más. La ingesta de bebidas alcohólicas, sea aguda o crónica, interrumpe el sueño y favorece el insomnio, empeora los problemas respiratorios, aumenta la incidencia y la duración de las apneas obstructivas del sueño e, incluso, las empeora, lo que puede resultar peligroso para quienes ya sufren el trastorno.
Los estudios revelan que el alcohol induce a hipotonía muscular orofaríngea, que provoca que los tejidos del paladar y la parte alta de la faringe estén más blandos y sueltos, vibren al respirar y se genere ruido. Los resultados de un reciente ensayo realizado por la Städtische Kliniken Frankfurt (Alemania), publicado este mes en la revista de la European Federation of Oto-Rhino-Laryngologycal Societies (EUFOS), confirman esta hipótesis y detallan que la ingesta nocturna de alcohol afecta en mayor grado a los individuos roncadores que a quienes no lo son.
El papel de los aceites esenciales
Los aerosoles, colutorios e infusiones con aceites esenciales son una alternativa más para ayudar a dejar de roncar. En un ensayo doble ciego controlado con placebo, los investigadores del Royal Shrewsbury Hospital, en Shrewsbury (Reino Unido), valoraron el uso de una mezcla de aceites esenciales extraídos de distintas partes de plantas (hojas, pétalos, frutos, raíces) ligeramente fragantes y ricas en sustancias volátiles. La selección de vegetales se hizo por sus propiedades antiinflamatorias, antimicrobianas y antivirales, así como por sus posibles efectos para reducir el estrés y la excitación emocional.
La mezcla, a la que denominaron "Helps Stop Snoring" (ayudas para dejar de roncar) contenía "Mentha arvensis" (menta), "Mentha piperita" (menta piperita), "Citrus limonum" (bálsamo de limón), "Eugenia caryophyllus" (clavo), "Melissa officianalis" (melisa), "Pinus mugo pumilio" (pino enano), "Foeniculum vulgare" (hinojo), "Salvia officinalis" (salvia), "Thymus serpyllum" (tomillo), "Cymbopogon vinterianus" (citronella), "Eucalyptys globulus" (eucalipto), "Lavandula angustifolia" (lavanda), "Pistacia lentiscos" (lentisco) y "Pinus sylvestris" (pino silvestre).
Los autores de este proyecto preliminar constataron una reducción significativa de los ronquidos tanto en el grupo de voluntarios que usaron el aerosol (spray) de aceites esenciales y que aplicaron en la zona orofaríngea, como entre quienes emplearon la misma formulación en forma de líquido (colutorio) para hacer gárgaras, en comparación con el placebo. La hipótesis que apuntan es que la fórmula "puede tener una acción antiespasmódica sobre el paladar blando y el área superior de la faringe, al alterar el tono de la musculatura y reducir el aleteo de los tejidos".
La mezcla de aceites esenciales también podría aumentar el flujo de sangre al paladar, causar un aumento moderado de la "rigidez" y, de esta manera, reducir el aleteo de los tejidos que provoca el ronquido. Incluso si la duración de la acción de los aceites es corta, puede ser suficiente para que el acompañante concilie el sueño. Otros estudios al respecto no han argumentado resultados positivos con distintas mezclas de plantas, aunque el denominador común en todos es el pequeño tamaño de la muestra y la corta duración del tratamiento.
La posibilidad de obtener beneficios mediante el uso de plantas ha dado pie a la invención de remedios con diferente formato (desde sprays hasta láminas bucofaríngeas, bucales o nasales) que contienen variedad de aceites esenciales que se desprenden de forma paulatina. La eficacia de uso de estos preparados y mezclas no está demostrada de forma suficiente, aunque los fabricantes garanticen su validez y atribuyan a la composición del preparado supuestas propiedades para reducir los ronquidos al "contraer los tejidos que rodean el paladar blando y la úvula", "descongestionar las mucosas", "facilitar la respiración" y/o "eliminar la mucosidad de las fosas nasales".
REMEDIOS POPULARES

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Los remedios caseros se suman a los productos que se comercializan con el objetivo de combatir los molestos e irritantes ronquidos. Un truco -para el que no hay comprobación científica- que puede resultar efectivo para algunas personas, es cortar una cebolla en trozos, hervirla durante 15 minutos, colar la preparación, endulzar con un poco de azúcar moreno y beber la infusión unas dos horas antes de acostarse. La infusión de salvia, ingerida una hora antes de irse a dormir, se recomienda por sus efectos positivos. Los baños de vapor para descongestionar los conductos y mejorar la respiración ayudan también a roncar menos y dormir -o dejar dormir- más.