16 de mayo de 2010

el angel de los niños





Cuenta una leyenda que a un angelito que estaba en el cielo, le tocó su turno de nacer como niño y le dijo a Dios:- Me dicen que me vas a enviar mañana a la tierra, ¿pero cómo viviré tan pequeño e indefenso como soy?- Entre muchos ángeles escogí uno para tí que te está esperando y que te cuidará, le contestó Dios.- Pero dime, aquí en el cielo no hago más que cantar y sonreír; eso basta para ser felíz. ¿Y cómo entender lo que la gente me hable, si no conozco el extraño idioma que hablan los hombres?- Tu ángel te dirá las palabras más dulces y más tiernas que puedas escuchar y con mucha paciencia y cariño te enseñará a hablar.- Y ¿qué haré cuando quiera hablar contigo?- Tu ángel te juntará las manitas, te enseñará a orar y podrás hablarme.- He oído que en la tierra hay hombres malos ¿Quién me defenderá?- Tu ángel te defenderá aún a costa de su propia vida.- Pero estaré siempre triste porque no te veré más, Señor.- Tu ángel te hablará siempre de Mí y te enseñará el camino para que regreses a Mi presencia, aunque Yo siempre estaré a tu lado.En ese instante, una gran paz reinaba en el cielo, pero ya se oían voces terrestres. Y el niño presuroso repetía con lágrimas en sus ojitos sollozando:- Dios mío, si ya me voy, dime su nombre ¿Cómo se llama mi ángel?- Su nombre no importa, tu le dirás: Mamá.

Dedicado a todas las madres del mundo

1000 espejos



El reflejo de tus actos


Se dice que hace tiempo, en un pequeño y lejano pueblo, había una casa abandonada. Cierto día, un perrito buscando refugio del sol, logró meterse por un agujero de una de las puertas de dicha casa. El perrito subió lentamente las viejas escaleras de madera. Al terminar de subirlas se topó con una puerta semi-abierta; lentamente se adentro en el cuarto. Para su sorpresa, se dio cuenta que dentro de ese cuarto habían 1000 perritos más, observándolo tan fijamente como él los observaba a ellos. El perrito comenzó a mover la cola y a levantar sus orejas poco a poco. Los 1000 perritos hicieron lo mismo. Posteriormente sonrió y le ladró alegremente a uno de ellos. El perrito se quedó sorprendido al ver que los 1000 perritos también le sonreían y ladraban alegremente con él. Cuando el perrito salió del cuarto se quedó pensando para si mismo: ¡Qué lugar tan agradable... voy a venir más seguido a visitarlo!Tiempo después, otro perrito callejero entró al mismo sitio y se encontró en el mismo cuarto. Pero a diferencia del primero, este perrito al ver a los otros 1000 perritos del cuarto se sintió amenazado ya que lo estaban viendo de una manera agresiva. Posteriormente empezó a gruñir, obviamente vio como los 1000 perritos le gruñían a él. Comenzó a ladrarles ferozmente y los otros 1000 perritos le ladraron también a él. Cuando este perrito salió del cuarto pensó: Qué lugar tan horrible es éste... nunca más volveré a entrar allí.
En el frente de dicha casa se encontraba un viejo letrero que decía: "La casa de los 1000 espejos"Todos los rostros del mundo son espejos. Decide cuál rostro llevarás por dentro y ese será el que mostrarás. El reflejo de tus gestos y acciones es lo que proyectas ante los demás. Las cosas más bellas del mundo no se ven ni se tocan, sólo se sienten con el corazón. Autor desconocido

crepes con fruta

Ingredientes (4 personas)

Para los crepes: ½ litro de leche. 200 gramos de harina. 4 huevos. 40 gramos de mantequilla.
Para el relleno: 4 plátanos de Canarias. 2 melocotones en conserva. 100 gramos de fresas. 1 pera conferencia. 1 kiwi. 200 gramos de cobertura de chocolate.

Cómo se elabora:

Derretimos la mantequilla y la juntamos con la leche. Mezclamos el resto de los ingredientes de los crepes con la batidora, con cuidado para que no quede ningún grumo. Dejamos reposar la masa unos 15 minutos. Ponemos al fuego una sartén antiadherente y engrasamos con un trocito de mantequilla. Vertemos un poco de la masa de crepes y movemos la sartén para hacer que la masa se extienda por toda la sartén. Dejamos que se cuaje y damos la vuelta con cuidado para que no se rompa. Esperamos que se haga por el otro lado y reservamos en un plato caliente. El relleno: Pelamos los plátanos y los cortamos por la mitad de manera longitudinal. En una sartén antiadherente a fuego fuerte les damos vuelta y vuelta hasta que doren. Cortamos el resto de frutas en dados. Deshacemos la cobertura de chocolate al baño maría y reservamos caliente en el propio baño maría. Rellenamos los crepes con los plátanos y acompañamos de manera aleatoria con el resto de las frutas troceadas. Salseamos en el momento de servir con el chocolate caliente.

frutas


Acercar las frutas a la dieta infantil


Se debe proporcionar a los niños piezas de calidad para evitar que abandonen el hábito de consumir fruta
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Las frutas en la dieta infantil suponen un extraordinario aporte de vitaminas, antioxidantes y agua, con apenas 60-80 calorías por pieza. Elegirlas significa también descartar otras opciones y, si se calcula que una unidad de bollería contiene 250 calorías, compuestas sobre todo de azúcares y grasas, la selección es sana. Conocidas sus ventajas, el éxito es lograr que se escojan desde la voluntad y con satisfacción. Se puede conseguir. Hay diferentes fórmulas para conquistar el paladar de los pequeños.

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La fruta es el segundo alimento, a continuación de la leche, que saborea el paladar infantil. En general, logra un alto grado de aceptación. Sin embargo, cuando la dieta comienza a diversificarse con otros alimentos, la celebración con que se recibía la papilla empieza a desaparecer. ¿Cómo lograr mantener el gusto? No hay trucos, pero sí algunas pautas.
Conforme el pediatra indica la introducción de nuevos alimentos, la ingesta de fruta será menor. Los 200 gramos de papilla que era capaz de comer el niño en la merienda, ya no sólo se suman a la leche, sino que se añaden a alimentos más saciantes y complejos. Por eso, no hay que insistir en que el niño coma la misma cantidad, pero no debe abandonar el hábito de merendar siempre fruta, aunque sea un trozo o una pieza pequeña, o bien antes de un bocadillo. Ésta es la primera pauta.
Un aliado importante para establecer el hábito con gusto es ofrecer siempre piezas de calidad, con buena presencia, buen color, buen sabor y en su momento justo de maduración. Lo más eficaz es escoger fruta de temporada. Será más probable que coma una sandía fresca, un melocotón perfumado, una mandarina tersa, un plátano uniforme o unas cerezas sin golpes. No es una cuestión baladí. Un mal recuerdo relacionado con la ingesta de una fruta provoca un fuerte rechazo que, además, se amplía a otras frutas de la misma familia. Si hay una mala experiencia con un melocotón, el recuerdo abarca a los albaricoques y las nectarinas.
Sabor, textura y aroma
Un estudio de la Universidad de Vigo sobre la percepción de sabores en la edad, dirigido por González Carnero, apunta que el paladar infantil alcanza pronto la madurez. Aunque el niño no sepa distinguir el nombre de los sabores, es capaz de discriminarlos. Entre ellos, el dulce es el más inmediato, el más básico. Por ello, cuando otro sabor dulce supera al de la fruta, se tiende a identificar ambas percepciones y justificar una elección. Es habitual que se abandone la fruta. Para evitarlo, conviene dotar a la pieza de personalidad propia. Si hay que elegir, ambas opciones serán frutas.
El paladar infantil es capaz de discriminar los sabores, aunque el niño no sepa distinguir sus nombres
Otra pauta importante es acertar con el modo de presentación. A algunos niños les gustan las frutas solas, mientras que otros las prefieren en macedonia, en trozos, peladas o sin pelar. La manera en que se tome la fruta no es determinante, pero no se debe considerar un zumo como una fruta y, mucho menos, si no es natural. La forma de presentación puede ser el factor que marque la diferencia entre la apetencia o inapetencia del niño por la fruta. Éste es el caso de una colorida macedonia, un suculento crepe con hilos de chocolate, la compota, las frutas gelatinizadas o en granizados y los polos de sabores.
Las frutas también pueden ser los ingredientes más llamativos de diversidad de recetas que conforman el menú, como ensaladas, guarnición de segundos platos e, incluso, de recetas más complejas y energéticas para deleitarse en días especiales, como tartas, tartaletas, flanes y un largo listado que forma parte del recetario de postres de CONSUMER EROSKI.
El color es tan apetecible como la textura, si está en su punto, ¿pero qué sucede con el aroma? Es el rasgo al que menos importancia se da, a pesar de formar parte del conjunto. La fruta apenas desprende aroma: lo ha perdido en el proceso de recogida y distribución y, el olor que conservaba, lo pierde en el almacenaje. Pero de un aroma neutro la pieza puede pasar a un aroma contagiado y estropearse. Por eso, hay que guardar la fruta en la bandeja inferior del frigorífico o en un recipiente en el exterior, en un lugar fresco y protegido de la luz solar directa.
HASTA DIEZ VECES
En su libro "Niños, a comer. Evita la obesidad del niño y adolescente", la doctora especialista en alimentación infantil Marta Garaulet indica que pueden ser necesarios hasta diez intentos para que el paladar acepte un nuevo sabor o una nueva textura. Por ello, invita a los progenitores a aplicar la "regla del 10", ya que los niños no aceptan de forma natural los nuevos sabores y alimentos, sino que necesitan tomarlos en repetidas ocasiones antes de admitirlos en su alimentación.
Pueden ser necesarios hasta diez intentos para que los pequeños acepten un nuevo sabor o una nueva textura
Hay que perseverar porque el esfuerzo merece la pena. El gusto se forma y hay etapas en las que es más fácil lograr el éxito. Organizar la comida familiar para que sea sana es difícil, asegura Garaulet, pero la fase de aprendizaje, entre los dos y los cinco años de edad, es el momento idónea para la adquisición de hábitos y la fruta, la verdura y el pescado "deben estar presentes para que los pequeños comprueben que es bueno comer de todo".
Admite que todas las personas saben qué deben hacer, pero "lo difícil es adivinar cómo conseguirlo". En ocasiones, se requiere que el niño pruebe el nuevo alimento de 5 a 10 veces para que acepte el nuevo sabor, pero no hay que desistir en el intento. Si el pequeño se acostumbra a comer nuevos sabores desde edades tempranas, sobre todo frutas y verduras, comerá de manera adecuada en el futuro y mantendrá un peso corporal equilibrado.