28 de octubre de 2009

felicidad


10 enemigos de nuestra felicidad:

Los sufrimientos en nuestra vida cotidiana.
Los dolores que la vida misma nos da a cada minuto.
No sentirnos cómodas, que nuestra vida siempre tenga sobresaltos, en fin, que la paz de nuestra vida se vea amenazada.
El aburrimiento esa es una llaga para nuestra vida, aburrirte de tu propia vida es un gran motivo de desdicha y un enemigo para ti misma.
La falsa alegría. A veces se aparenta no estar aburridas, y sin embargo, ser falsamente alegres.
La mentira y el engaño. Tanto como cuando la recibimos como especialmente cuando nosotras mismas somos la fuente de mentiras y engaños.
El materialismo. Si te fijas demasiado en lo que tienes o no tienes tu felicidad siempre estará limitada a lo que tienes, lo que no tienes, y lo que tienen los demás que tú quisieras tener.
Fijarnos en lo que no merece la pena. Tiene que ver con el materialismo, pero a veces puede ser algo como obsesionarnos con cosas tan simples como con la limpieza del hogar. A veces intentamos que todo sea perfecto cuando la vida misma no lo es.
Actuar contra nuestra ética y moral. Si en nuestro interior creemos que hacer ciertas cosas está mal, y sin embargo las hacemos porque nos reportan algún beneficio, no podremos sentirnos cómodas con nosotras mismas, y ello nos robará felicidad.
Falta de autoestima personal. Debes aprender a apreciarte a ti misma, a quererte por quien eres. Ya eres valiosa como persona y mujer que eres.
No saber reconocer las cosas buenas en nuestras vidas. A veces las tenemos ahí, frente a nosotras, cosas que damos por sentado y no les damos la importancia que tienen. Es necesario saber reconocer las buenas cosas que nos ocurren, y estar agradecidas por ello.
La lista podría ser mucho más extensa, pero lo importante es lograr visualizar qué nos roba la felicidad. Ponte en marcha y lucha por los que amas, los enemigos siempre estarán al acecho en nuestras vidas, seamos inteligentes no dejemos que estas cosas hagan nuestros días grises. Seamos capaces de retener nuestra felicidad, que aunque es escasa en muchos casos, demos la lucha para que estos factores no entren en nuestras vidas…

Con mucho cariño,
Shoshan

este articulo fue sacado de toda mujer es bella de shoshan

paulo coello


Conviviendo con los demás





Conviviendo con los demás
Continúe en el desierto

-¿Por qué vive usted en el desierto?

-Porque no consigo ser lo que deseo. Cuando empiezo a ser yo mismo, las personas me tratan con falsa reverencia. Cuando soy verdadero en lo que concierne a mi fe, entonces las mismas personas empiezan a desconfiar. Todos se creen más santos que yo, pero se fingen pecadores por miedo a insultar mi soledad. Procuran mostrar continuamente que me consideran un santo, y de esta manera se transforman en emisarios del demonio, tentándome con el Orgullo.

-Su problema no es intentar ser quien realmente es, sino aceptar a los demás como son. Y si va a continuar actuando así, lo mejor será que continúe en el desierto –dijo el caballero, alejándose.



Perdonando a los enemigos

El abad le preguntó a su alumno preferido cómo andaba su progreso espiritual. El alumno respondió que estaba consiguiendo dedicarle a Dios todos los momentos del día.

-Entonces, ya sólo te falta perdonar a tus enemigos.

El muchacho se quedó desconcertado:

-¡Pero si yo no odio a mis enemigos!

-¿Tú crees que Dios está enfadado contigo?

-¡Claro que no!

-Y de todas maneras tú imploras Su perdón, ¿no es verdad? Pues haz lo mismo con tus enemigos, aunque no los odies. El que perdona está lavando y perfumando su propio corazón.



Por qué dejar al hombre para el sexto día

Un grupo de sabios se reunió para discutir la obra de Dios; querían saber por qué no había creado al hombre hasta el sexto día.

-Él quería organizar bien el Universo antes, de manera que pudiésemos disponer de todas las maravillas de la creación– dijo uno.

-Él quiso primero hacer algunas pruebas con animales, para luego no cometer los mismos errores con nosotros –sostenía otro.

En esos momentos llegó al encuentro un sabio judío, y se le comunicó el tema de la discusión:

-Y en su opinión, ¿por qué Dios esperó al sexto día para crear al hombre?

-Es muy sencillo –comentó el sabio. –Para que, cuando nos asaltase la vanidad, pudiésemos pensar: hasta el insignificante mosquito tuvo prioridad en la labor Divina.



El reino de este mundo

Un viejo ermitaño fue invitado en cierta ocasión a ir a la corte del rey más poderoso de su tiempo.

-Yo envidio a los hombres santos, que se conforman con tan poco –comentó en soberano.

-Yo le envidió a Su Majestad, que se contenta con menos aún que yo. Yo tengo la música de las esferas celestes, tengo los ríos y las montañas del mundo entero, y tengo la luna y el sol, porque llevo a Dios en mi alma. Su Majestad, sin embargo, apenas tiene este reino.



Cuál es el mejor camino

Cuando preguntaron al abad Antonio si el camino del sacrificio conducía al cielo, respondió:

- Existen dos caminos de sacrificio. El primero es el del hombre que mortifica la carne y hace penitencia porque piensa que estamos condenados. El hombre que sigue este camino se siente culpable y se juzga indigno de vivir feliz.

“El segundo camino es el que recorre aquél que, aun sabiendo que el mundo no es perfecto como deseamos, reza, hace penitencia, ofrece su tiempo y su trabajo para mejorar lo que le rodea. Entiende que la palabra sacrificio viene de sacro oficio, el oficio sagrado. En este caso, la Presencia Divina le ayuda todo el tiempo, y él consigue resultados en el cielo”.



El trabajo de la labranza

El muchacho atravesó el desierto y llegó finalmente al monasterio de Sceta. Una vez allí, solicitó presenciar una de las charlas del abad, y obtuvo permiso para ello.

Aquella tarde, el abad reflexionó sobre la importancia del trabajo de labranza.

Al final de la charla, el muchacho le comentó a uno de los monjes.

-Me he quedado muy impresionado. Pensé que escucharía un sermón iluminado sobre las virtudes y los pecados, y el abad sólo hablaba de tomates, irrigación y cosas por el estilo. En el lugar de donde vengo, todos creen que Dios es misericordia, que basta con rezar.

El monje sonrió y respondió:

- Aquí nosotros pensamos que Dios ya hizo su parte, y que ahora nos toca a nosotros continuar el proceso

estas reflexiones fueron sacadas de la paguina guerrero de la luz