15 de septiembre de 2009

dieta mediterranea






El valor preventivo de la dieta mediterránea
Las mujeres con una mayor adherencia a este patrón alimentario tienen menos riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares

El efecto preventivo de la dieta mediterránea sobre la enfermedad coronaria es conocido por todos pero, hasta el momento, era poca la información que teníamos acerca de su papel protector en el accidente vascular cerebral. Ahora una investigación concluye que cuanto más se sigue este tipo de dieta, menor es el riesgo de sufrir un ictus.


Cada año, millones de personas en todo el mundo fallecen a consecuencia de un ictus cerebral, primera causa de muerte entre las mujeres y segunda, tras el infarto cardiaco, entre los hombres. Recientemente, un trabajo publicado en "Circulation", una de las revistas oficiales de la Asociación Americana del Corazón, evidencia que cuanto mayor es el grado de adherencia a la dieta mediterránea, menor es el riesgo de sufrir enfermedades tanto cardiovasculares como cerebrovasculares.

Más beneficios para la salud
Desde que en los años 50 el famoso "Estudio de los siete países" de Ancel Keys revelara unas tasas de mortalidad coronaria inferiores en los países de la cuenca mediterránea respecto a los del norte de Europa, la evidencia de los beneficios que proporciona la dieta mediterránea para la salud se ha mostrado consistente. Así, desde entonces, dichos beneficios se han centrado de forma casi exclusiva en el ámbito de la prevención y tratamiento cardiovascular.

La dieta mediterránea se podría definir como una filosofía que incluye también un estilo de vida activa y costumbres relacionadas con el clima
Sin embargo, en los últimos años, se ha estado ampliando el espectro de estudio. En este sentido, un artículo reciente publicado en el "British Journal of Nutrition", realizado con una muestra de individuos españoles, revela una mejor percepción de salud mental y física cuanto mayor es el grado de adherencia a la dieta mediterránea. Otros trabajos apuntan a un rol beneficioso de este tipo de alimentación en la incidencia y mortalidad por cáncer, en el riesgo de sufrir enfermedades pulmonares, asma y alergias e, incluso, en la incidencia de enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson y el Alzheimer, así como en el mantenimiento de la masa ósea.

Menos incidentes cerebrovasculares
En el marco de estas nuevas investigaciones que indagan sobre nuevos aspectos beneficiosos de la dieta mediterránea, se encuentra la famosa cohorte de estudio de las enfermeras americanas, compuesta por casi 75.000 mujeres. Este grupo ha sido seguido durante 20 años para valorar, entre otros muchos aspectos, el grado de seguimiento de la dieta mediterránea y, paralelamente, la aparición de incidentes cardiovasculares y cerebrovasculares.

Los resultados han sido claros y evidentes: las mujeres que mostraron una mayor adherencia al patrón alimentario clásico de esta dieta presentaron menor riesgo de sufrir incidentes cardiovasculares y también cerebrovasculares, así como también una menor mortalidad por enfermedad cardiovascular. Este hallazgo, es decir, la disminución del riesgo de sufrir un accidente vascular cerebral, supone la confirmación de aquello que hasta ahora se intuía, pero que no se había estudiado en profundidad, y que en última instancia supone un nuevo beneficio que añadir a la ya larga lista de consecuencias saludables de la dieta mediterránea.

Los alimentos de la dieta mediterránea
Aunque no existe un consenso exhaustivo sobre los componentes que caracterizan la dieta mediterránea, se puede afirmar que ésta se basa en la abundancia de alimentos de origen vegetal como:

El pan y otros derivados del trigo (pasta, cuscús y panes de pita).
Las legumbres, como garbanzos, lentejas, judías secas, habas y guisantes.
Los frutos secos (nueces, avellanas, almendras, piñones...).
Las frutas, verduras y hortalizas.
El aceite de oliva.
En cuanto a los alimentos de origen animal, destacan:

El pescado, que goza del mayor protagonismo.
Los derivados lácteos y los huevos.
Una menor cantidad y frecuencia de carne, de manera preferente, ave.
Tras el agua, el vino es la bebida mediterránea por excelencia y se toma, por tradición y costumbre, durante las comidas.

No hay que olvidar que la dieta mediterránea no es sólo un patrón alimentario, sino que se podría definir como una filosofía de vida basada en costumbres milenarias de los habitantes de la cuenca mediterránea. Incluye, por lo tanto, un estilo de vida activo, una determinada manera de entender las relaciones sociales, y prácticas y costumbres relacionadas con el clima, entre otras.

COMPOSICIÓN NUTRICIONAL

- La composición nutricional y la combinación de alimentos que caracterizan la dieta mediterránea son dos factores responsables, al menos en parte, de los múltiples beneficios que se le otorgan a este patrón alimentario desde el punto de vista de promoción de la salud. En general, se puede afirmar que ofrece una relación cuantitativa adecuada, tanto de macronutrientes (hidratos de carbono, proteínas y grasas), como de micronutrientes (vitaminas y minerales).

Además, desde la vertiente cualitativa, la dieta mediterránea es fuente de sustancias de gran interés nutricional, como por ejemplo las grasas monoinsaturadas del aceite de oliva, o las poliinsaturadas del pescado azul y los frutos secos, sin obviar la rica composición en antioxidantes y fibras provenientes de las frutas, verduras y hortalizas, con un papel clave en la prevención de determinadas enfermedades crónicas.




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