24 de mayo de 2010

el simbolismo de la manzana






Para el esoterismo y la magia blanca la manzana es el símbolo femenino por excelencia, un atributo de Venus: al partirla en dos partes exactamente iguales, verticalmente, se advierte una cierta semejanza con el sistema genital femenino.
Otros, como los pitagóricos, ven en ella, al cortarla de modo horizontal, una estrella perfecta de cinco puntas, el pentáculo clave de la Ciencia Superior, pues abre el secreto del conocimiento del bien y del mal (volvemos a encontrar e! mito de Eva por partida doble).
¿Se trata de una coincidencia que el nombre latino de manzana (malum) sea homónimo del que designa el mal?
Los magos emplean la estrella de cinco puntas como medio de conjuro, cuando no de encantamiento, como en el caso de la manzana de Blancanieves.
La manzana del Cantar de los cantares representa el Verbo divino, quizá a causa de la estrella que contiene. El consumo de manzanas figuraba en el prólogo de todas las profecías bretonas, y el mago Merlín se sentaba a enseñar bajo un manzano.
Con frecuencia asociada al color amarillo o dorado, la manzana, que de por sí ya presenta un simbolismo ambiguo, adopta los poderes de ese color, que pueden ser benéficos o maléficos como los del azufre, celeste o satánico: es la “manzana de oro” de los alquimistas.
Las manzanas de oro del jardín de las Hespérides (aunque seguramente no se tratara de manzanas, sino de otra fruta) eran portadoras de inmortalidad: el azufre transforma el mercurio en el cinabrio de la inmortalidad.
Las manzanas de las Hespérides continuaron su recorrido en la tradición celta, pues, según la leyenda irlandesa, la mujer del Otro Mundo se las entrega al héroe Candle para que se alimente durante un mes, sin que nunca disminuya su número y concederle la inmortalidad durante ese tiempo.
Asimismo se la confieren a los dioses del panteón escandinavo.
La búsqueda de este fruto de la vida eterna fue una de las tareas que Lug, el dios herrero galo, impuso a los tres hijos de Tulerán como pena por el asesinato de su padre.
En la isla de Avalón (el manzanar, en lengua celta), campos elíseos de los héroes difuntos donde se ocultó el rey Arturo, la mujer del Otro Mundo cogió una rama de manzano para Bran, antes de llevado al reino eterno al otro lado del mar.
Con respecto a esto, es interesante recordar que el muérdago - que los druidas cogen la noche de Samain (1 de noviembre, día de difuntos que precede al año nuevo celta, y no el 1 de enero como pretende la seudotradición cristiana) - crece sobre todo en los manzanos.
El poder de procurar una larga vida atribuido a las manzanas interesó a Alejandro el Grande. Durante la expedición en la que buscaba el Agua de la Vida, encontró manzanas capaces de prolongar hasta cuatrocientos años la existencia de los sacerdotes que se alimentaban exclusivamente de ellas.
¿Comió Alejandro las suficientes? Murió de paludismo a los treinta y tres años…
De “Historia Natural y moral de los alimentos”, Alianza Editorial, 1987

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